Periodista y fotógrafo

La suerte, una actitud

Hace unos años, trabajando como becario en una revista, me movía con frecuencia por Madrid en taxis para asistir a ruedas de prensa. En aquellos viajes mantenía largas charlas con los conductores. Recuerdo una en la que un taxista, cuando dieron los resultados de la lotería primitiva del día anterior por la radio, comenzó a contarme todo lo que haría con el dinero del premio.

Había realizado cálculos de una exactitud asombrosa. Aunque lo que mejor recuerdo era la primera medida que hubiese tomado de haber ganado aquel día la lotería: abandonar el coche en plena calle de Alcalá atestada de tráfico para invitarme a una mariscada. No pude dejar de troncharme de la risa por esta ocurrencia. Y eso que no me gusta demasiado el marisco, sobre todo a las 10 de la mañana.

A este taxista no le tocó aquel día la lotería, pero poseía algo de más valor que el propio premio: la actitud para recibirlo. La suerte, que tanto invocamos en momentos de dificultad, no vale gran cosa si cuando la encontramos no sabemos abrir los brazos para recibirla. A algunos cuando les toca la lotería acaban fatal. Otros, cuando conocen al amor de su vida, se quedan petrificados y lo dejan pasar.

La suerte, la buena y la mala, nos asalta cada día en los sitios y los momentos más insospechados. Hay que mimarla, darle confianza para que se acerque plenamente a nosotros y nos cubra de gloria. Aunque sea por un rato. Mejor abrirnos al mundo sin demasiadas suspicacias, embelesarnos ante un truco de magia sin intentar descubrir donde está el truco. Bajarnos de un taxi abandonado en pleno atasco y comernos una mariscada, aunque no nos guste el marisco y sean las 10 de la mañana.
Compártelo:    Facebook Twitter Google+

Archivo

Ramón Peco. Con la tecnología de Blogger.

Buscar este blog

Scroll To Top