Ramón Peco

Periodista y fotógrafo

viernes, abril 14, 2006

 

La leyenda

¿Habéis oído hablar alguna vez del tigre de Tasmania? Probablemente sí. Esta especie fue declarada extinta en 1986, tras haber pasado 50 años desde que se tuviese constancia del último de estos animales. Sin embargo, todos los años hay gente que dice haber visto en la isla a este animal ¿leyenda o verdad? Esta es su historia según wikipedia:

El tigre de Tasmania, lobo de Tasmania, lobo marsupial o tilacino (Thylacinus cynocephalus) era un carnívoro marsupial de tamaño medio, hoy extinto, nativo de Australia.

Los tilacinos son ejemplos clásicos de convergencia evolutiva en la literatura científica, dado su notable parecido con los cánidos de otros continentes. Al igual que éstos eran animales carnívoros adaptados a la captura de presas de tamaño pequeño o medio tras lanzarse a la carrera. Tenían un cuerpo estilizado, patas finas aunque no demasiado largas y cola delgada. El pelaje era corto y de color leonado, con rayas negras en los cuartos traseros y cola (de ahí el apelativo de "tigre"). Las mandíbulas, provistas de 46 dientes, podían abrirse hasta extremos asombrosos, más propios de un reptil que de un mamífero, permitiéndoles engullir grandes pedazos de carne sin masticar. La especie se extinguió antes de ser estudiada en profundidad por zoólogos, por lo que no se sabe muy bien qué técnicas usaba para cazar, aunque varios testimonios recogidos hacen suponer que detectaba a sus presas preferentemente por el olfato, seguido del oído. Según los colonos ingleses del siglo XIX, este animal emitía unos sonidos similares al ladrido de un fox terrier. Los machos eran más grandes y robustos que las hembras. Éstas poseían una bolsa que se abría hacia atrás, donde se alojaban hasta cuatro crías que nacían muy desvalidas, y seguían a su madre un tiempo después de abandonar el marsupio

Causas de la extinción
El tigre de Tasmania ha sido bautizado con este gentilicio debido a que cuando fue descubierto por los europeos, sólo subsistía en la isla de Tasmania, al sur de Australia. Sin embargo, el registro fósil muestra la existencia de varias especies de tilacinos a lo largo y ancho del continente austral desde al menos el Mioceno temprano. De todas estas, sólo Thylacinus cynocephalus (aparecida hace 4 millones de años) sobrevivió a la progresiva aridez que azotó el territorio durante el Pleistoceno, y siguió siendo abundante en Tasmania, Australia y Nueva Guinea después de la llegada de los aborígenes australianos, mientras se extinguían otros grandes marsupiales. Esta tranquila situación se rompió cuando los navegantes del sudeste asiático introdujeron el dingo en Australia y Nueva Guinea hace 3500 años. El tilacino no pudo hacer frente al nuevo y duro competidor placentario y se extinguió lentamente en estos lugares. Los último tilacinos australianos vivieron en la remota región de Kimberly, al oeste de la isla, tal vez hasta tiempos muy recientes.

En el siglo XVIII y XIX los británicos llegaron a Tasmania y documentaron la existencia del animal, sin darle gran importancia hasta que comenzaron a llegar los primeros colonos y sus rebaños de ovejas. Al parecer, los lobos marsupiales encontraron más sencilla la caza de rumiantes encerrados en sus rediles que la búsqueda de wombats y ualabíes en los bosques de la isla, y los pastores y el propio gobierno colonial comenzaron a considerarlos alimañas necesarias de exterminio. Tampoco hay que descartar la posibilidad de que los relatos de sus supuestas carnicerías en las granjas fuesen exagerados por los dueños, ya que a otro marsupial, el diablo de Tasmania, se le ha perseguido hasta no hace mucho por las mismas razones, a pesar de que este animal es fundamentalmente carroñero.

Ya en 1830 se tiene constancia de que la compañía Van Diemen Co. pagaba una recompensa por cada tilacino muerto, pero no fue hasta 1888 cuando comenzó la mayor de las campañas de exterminio. Desde entonces y hasta 1909, el Gobierno de Tasmania pagó una libra por cada cabeza de tilacino que se le entregase, llegando a repartir un total de 2180 recompensas. Al año sigiente la especie se declaró en peligro y multitud de zoológicos europeos y americanos ofrecieron cantidades cada vez más altas por hacerse con uno de los escasos ejemplares supervivientes. El zoo de Londres desembolsó 150 £ por un animal en 1926. En 1933 se capturó vivo un ejemplar en Florentine Valley que fue vendido al Hobart Zoo de Tasmania, y ya no se volvió a avistar ninguno más. Este animal murió en 1936 y fue solo entonces cuando el Gobierno de Tasmania declaró al tilacino especie protegida y creó una cátedra de Zoología en la universidad con el fin de estudiarlo. Pero era demasiado tarde. A pesar de los supuestos avistamientos que se producen todos los años en Tasmania e incluso en Australia (unos 300 en los últimos 70 años), nunca se ha dado con una prueba sólida de su existencia en la actualidad. La especie fue declarada extinta en 1986, pasados los 50 años sin pruebas de vida exigidos por la comunidad científica internacional.

¿Puede ser clonado el tigre de Tasmania?
En los últimos años se ha especulado de forma recurrente con la posibilidad de clonar al tilacino y traer esta especie de nuevo a la vida e incluso reintroducirla en un futuro en Tasmania y Australia. El principal problema ha sido hallar un tejido en el que pudiese quedar ADN en buenas condiciones, algo que los cientos de restos óseos, momias, ejemplares disecados y conservados en formol no han podido aportar. Sin embargo, en el año 1999, un grupo de científicos australianos abrieron una puerta para la esperanza, pues se halló en los fondos de un museo un frasco de 1866 que conservaba una cría de tilacino en su interior, conservada en una solución de alcohol y formalina. El alcohol, en principio, puede conservar la integridad del ADN a lo largo de largos periodos de tiempo. Bajo el patrocinio de la empresa Rheuben Griffiths Trust y el Museo Nacional Australiano, los biólogos se pusieron manos a la obra. En 2000 se anunció la extracción de ADN en aparente buen estado, y en 2002 se consiguió la replicación enzimática exitosa de ese ADN, sin fallos, potencialmente apto de ser implantado en una célula anucleada y trabajar sin problemas.

Incomprensiblemente, en febrero de 2005 el Gobierno Australiano dio marcha atrás al proyecto y retiró la financiación, forzando su paralización. Quizás se reanude en un futuro, pero por ahora no hay fecha para ello.

Sobre la fotografía
Esta fotografía proviene de la web Tasmanian Photographers, a la cual recurriré con frecuencia en este blog. La imagen, sobrecogedora, muestra en toda su magnitud la crueldad del hombre, su salvajismo gratuito frente al salvajismo auténtico de la bestia muerta, de la bestia a la que el hombre mata porque dice temer, cuando es la bestia la que teme al hombre.

El hombre del siglo XXI de alguna forma se avergüenza del hombre de los siglos anteriores y su sentimiento de culpa le lleva a proponer aberraciones como clonar al tigre de Tasmania. Nunca un animal, el hombre, tropezó tantas y tantas veces con los mismos obstáculos. ¿Clonar al tigre? El hombre del siglo XXI no se ha dado cuenta de que sus fusiles y trampas son ahora los laboratorios, donde las pobres bestias ya ni mueren. Ahora es mucho peor: son transformadas en monstruos.

Sobre este blog
En mi estilo de dar bastantes rodeos para llegar al centro del asunto, este es un blog que a veces requirirá de paciencia, explicar que este primer mensaje, no exento de didáctica, desea sentar hasta donde sea posible las bases de lo que será este nuevo destino en internet. Yo ya existí en la maraña de ceros y unos pero desaparecí en ella porque en internet, como en las mitologías, todo puede suceder y no seré yo el que me prive de ese lujo.

Ahora reaparezco aquí, en Tasmania, donde pretendo ser vuestro hombre, vuestro corresponsal en la aventura de las antipodas, en la aventura de buscar al tigre de Tasmania en los bosques, a su leyenda. Espero noticias vuestras, vosotros tendréis las mías.

Bienvenidos a la espesura del bosque.

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