Hace años conocí a una chica francesa, deliciosamente francesa. Era una chica breve, millonaria y cosmopolita que, por alguna razón aventurera, había aterrizado aquí, en el fin del mundo. Como buena francesa, breve pero intensa, viví con ella dos apasionados y larguísimos días en los que supe:
A) Que había contemplado el primer atentado de Ben Laden contra las torres gemelas en ¡1993! Me enseñó fotos de la cosa.
B) Que su madre era banquera.
C) Que el chico de la foto de su mesita de noche era su novio.
D) Que le gustaba España, sobre todo Barcelona, pero que Madrid le parecía horrible.
Hace pocos días, disfrutando de ese fenómeno genial que es Flickr, volví a recordarla navegando por las tags más utilizadas en este servicio de alojamiento de fotos. Mirando, mirando, intuitivamente fui a la M de mis amores y odios, a la M de Madrid, pero, ¡oh la la la!, no aparecía. La que si aparece en cambio es la B de mis amores: Barcelona. Que disfrutéis del Sol y la lluvia mediterránea porque, como decía la canción petarda "en Madrid no hay playa" y a Flickr le gusta la brisa del mar y las calles que no huelen a garbanzos.