Periodista y fotógrafo

Un hombre, dos agentes

Foto: El Hombre de Tasmania

No hablaré ni del antes, ni del durante, ni del después. Siempre ha sido, siempre es, siempre será, cierta la ecuación un hombre=dos agentes. Cuando uno piensa saberlo todo sobre algo en verdad sólo sabe la mitad, sólo los dos agentes conocen todo. Los dos agentes son hermanos mellizos, gemelos, incluso siameses pero sus mentes son compartimentos estancos en la conciencia, aunque transparentes en los sueños; es entonces cuando el hombre es un sólo agente.
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El lobo tira al monte

Foto: El Hombre de Tasmania

El mundo está falsamente resignado, repleto de agentes dobles, repleto de lobos a los que se les confunde con perros domesticados pero que, en la soledad, no cesan de mirar a la oscuridad del monte.

Puede que no llegue nunca o puede que sea mañana el día en el que los roles se reviertan y la dinamita se seque y explote. Puede que sea mañana, y puede que no, el día en el que una manada de lobos se lance contra los montes.
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Un sueño

Foto: Deux Ex Machina

Toda fotografía es un sueño y todo sueño, y esto incluye a las pesadillas, suele ser más cierto que la propia realidad referenciada en el sueño, al menos cuando la existencia de uno depende de las teorías secretas de un grupo de neurólogos soviéticos.

Hoy, una máquina disparó esta fotografía. Una máquina en piloto automático disparó hacia la realidad y nos contó que su sueño objetivo, los sueños de las máquinas lo son, era este. En ella aparece vuestro hombre en Tasmania y, si hacemos caso a la imagen del Dios Máquina, mi grado de existencia no está en su mejor momento.

Quizá debería volver a las calles y allí perder todo sueño de un hogar para que el mundo entero sea un hogar. Quizá, y sólo quizá, debería perder el miedo a los solares oscuros en la noche, a los planes Z y debería volver a mandar postales en vez de recibirlas. Quizá debería salir en fotos en vez de hacer tantas.

Maldita sea.
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El extraño caso de los billetes "drogados" (Fuente: El País)

JUAN GÓMEZ - Berlín
EL PAÍS - Economía - 13-11-2006

El llamativo caso de los billetes que se deshacen en Alemania podría estar resuelto. La edición de hoy del semanario alemán Der Spiegel informa de que la policía del Estado federado de Renania-Palatinado y el Bundesbank (banco central alemán) tienen ya indicios sobre el posible origen del misterio. Y la pista conduce al consumo de drogas.
Desde junio pasado se han producido en Alemania más de 1.700 casos de billetes de hasta 100 euros que, recién salidos del cajero automático, se desintegraban al contacto con la piel humana. Cuando se conoció la noticia, a primeros de noviembre, el Bundesbank la confirmó con una nota de sorpresa: "Un caso como éste no lo habíamos tenido nunca".

Se apuntó entonces a la posibilidad de un sabotaje en los cajeros o de un intento de chantaje al Estado. Tanto la policía como el Bundesbank señalaron que un baño de los billetes en ácido sulfúrico puede provocar que algunas fibras que componen el sofisticado papel moneda europeo se deshagan al contacto con el sudor.

El propio Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo (BCE) que emite los billetes, tuvo que llamar a la calma durante su conferencia de prensa del 2 de noviembre. Argumentó Trichet que, entre los 10.500 millones de billetes que circulan por Europa, los afectados por la desintegración espontánea no son sino "un puñado". Sin embargo, el presidente del BCE no se resistió en aquella ocasión a hacer conjeturas sobre otra posible solución al enigma.

Los billetes, según consideró posible el propio presidente del Banco Central Europeo, podían provenir de un atraco, tras el que los delincuentes lograron lavar con ácidos las manchas de la tinta con la que los bancos y empresas de seguridad tratan de evitar que los billetes robados puedan volver a la circulación.

Según las informaciones publicadas hoy, el origen del caso está en una práctica común entre los consumidores de drogas en polvo. No es otra que enrollar billetes y formar con ellos un canuto para ayudarse en la aspiración de la droga por vía nasal.

La nueva pista coloca en el centro de las sospechas una sustancia conocida como crystal speed, que es necesario manipular con un billete o una tarjeta antes de su consumo. Según los químicos citados, la droga conocida como crystal speed, cuya producción se concentra sobre todo en el este de Europa, puede contener sulfatos que reaccionan con el sudor humano y forman con él un ácido corrosivo capaz de destruir el papel de los billetes. Reiner Wenzel, de la sección científica de la policía de lo criminal de Renania-Palatinado, declaró que las fuerzas de seguridad están siguiendo esta pista, nueva para ellos. Sus laboratorios comprueban la cantidad de droga impregnada en los billetes descompuestos.

Por otra parte, la gran afluencia de turistas que cada año visitan España con los bolsillos repletos de billetes pequeños ha obligado al Banco de España a retirar más de 1.360 millones de billetes de 20, 10 y 5 euros desde la entrada en vigor de la moneda única, en enero de 2002, según informa Efe.

Los extranjeros que vienen a España -que el año pasado ascendieron a 55,6 millones- prefieren viajar con billetes de baja denominación para hacer frente al pago en efectivo de sus gastos y compras. Según fuentes financieras, los visitantes siempre traen consigo billetes pequeños para gastos de poca cuantía.

Esta situación origina un exceso de este tipo de billetes, que acaban en los bancos y cajas, que, a su vez, se ven obligados a devolverlos al Banco de España porque sus clientes prefieren billetes mayores, sobre todo los de 500, que desde 2002 se han multiplicado por ocho y han pasado de 13 a 106,4 millones de unidades. Tal es el atractivo de los billetes de 500 que son los únicos que muestran una trayectoria ascendente.
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