Periodista y fotógrafo

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Hacer fotos en la nieve tiene truco

-Alvaro- en Flickr.

Ramón Peco - Publicado en soitu.es.

Nieva en casi todas partes. Igual te has lanzado a hacer fotos del paisaje nevado... ¡y has descubierto que te salen horrorosas! En este artículo te explicamos cómo hacer buenas fotos de la nieve. Utilices un móvil, una cámara compacta, o una réflex.

Antes que nada conviene que sepas que un paisaje nevado es una de las mejores pruebas posibles para comprobar la inteligencia y capacidad de tu cámara. La nieve vuelve literalmente locas a casi todas las cámaras, de forma que tus fotos fácilmente aparecerán sobrexpuestas, el cielo aparecerá de un blanco homogéneo o con colores completamente falsos.

Así que si deseas obtener buenas fotos de la nieve, con resultados creíbles, que reflejen el entorno más o menos tal cual lo ves, olvídate de disparar en modo automático. Si tu cámara cuenta con un modo para hacer fotografías en la nieve —esto vale también para algunos móviles— pruébalo, pero no te decepciones demasiado si los resultados no son los esperados. Normalmente este modo sólo da buenos resultados cuando disparas con luz de día y en un entorno rodeado de nieve, como una pista de esquí.

En realidad ese modo lo que intenta es adaptar la exposición y la temperatura de color a las condiciones que produce la nieve, que intensifica la luz del motivo y altera el color de toda la imagen. Pero lo mejor es que seas tú mismo el que determine esos valores.

Corrige la luz

Si tus fotos aparecen con demasiada luz, de forma que algunos elementos de la imagen como el cielo aparecen sin matices de color y con un tono falsamente homogéneo, debes compensar la exposición. Casi todas las cámaras compactas, algunos móviles, y todas las réflex te permiten hacer esto.

Si tus fotos aparecen con demasiada luz y el cielo y la tierra se ven iguales, debes compensar la exposición

Esta es una operación algo compleja, pues la luz que refleja la nieve hace que las mediciones del fotómetro que incorpora tu cámara sean tan exactas como las de una brújula al lado del polo norte. Por lo general vas a tener que sobrexponer la imagen, pues el fotómetro pensará que en la totalidad de la imagen hay más luz de la que realmente hay.

En el caso de las cámaras compactas y de los móviles debes subir el nivel de exposición algún punto. Esta escala normalmente va de -2 a 2 puntos y viene por defecto a un nivel de cero en la cámara. Deberías elevar ese valor hasta +0,5 o +1.

Si haces las fotos con móvil y el valor de exposición no aparece por ninguna parte busca entre las opciones alguna que te permita disminuir el brillo de la imagen y auméntalo un poco. En el caso de las cámaras réflex hay dos caminos para hacer esto: Jugar con la exposición, al igual que se hace en una compacta, o aumentar la luz abriendo el diafragma del objetivo —algunas cámaras compactas también permiten ajustar este valo—-. De esta forma evitarás que la cámara te proporcione una imagen grisacea y poco luminosa.

Sin embargo, esto tiene un importante matiz. Si disparas una foto en un paisaje nevado cuando ya ha salido el sol, al sobrexponer la imagen te encontrarás que el cielo te aparece quemado, blanco, con las luces reventadas. En ese caso, si tienes un poco de paciencia, debes hacer lo siguiente en el caso de que dispares con una réflex o con una compacta avanzada que tenga controles manuales.

Has de medir la luz de la escena hasta el horizonte. Obtendrás una medición de luz que no es correcta debido al reflejo de la nieve. La anotas teniendo en cuenta que para que sea más certera debes aumentar un poco el nivel de exposición. Luego mides la luz del cielo, anotas ese valor y haces la media entre ambas mediciones. El resultado que obtengas son los valores que debes poner en la cámara, haciendo caso omiso de lo que esta te recomiende. Dispara entonces la foto haciendo pruebas con valores similares al que has obtenido al hacer el cálculo. Seguro que una de esas fotos es digna de enmarcar. Los más experimentados pueden poner en práctica la técnica del Alto Rango Dinámico o HDR, con ella seguro que registras de lujo todas las tonalidades del paisaje. Pero eso es otro cantar.

Corrige el color

Una vez que has corregido la luz de la escena ahora toca hacer lo propio con el color, y esto es un poco más delicado. Si usas una cámara compacta haz pruebas con los distintos valores que vienen por defecto en las opciones de balance de blancos. Por ejemplo, es probable que balanceando el color a un tono más cálido puedas compensar el tono azulado que quizá te proporciona la medición automática de color de tu cámara.

Si la cámara en cuestión te permite hacer un balance de blancos manual, úsalo. Para ello debes enfocar con la cámara a un punto en el que la nieve aparezca de color blanco. Ese será el color blanco por defecto con el que la cámara determine el color blanco de toda la escena, y el resto de colores aparecerán en función de ese blanco que hemos tomado como referencia. Esto no es probable que de buenos resultados a la primera de cambio así que haz varias pruebas. En el caso de los móviles sólo algunos de última generación equipados con cámaras de alta calidad te permitirán hacer ese balance de blancos manualmente.

Corrige el desaguisado en casa

A veces es mejor no romperse la cabeza con la cámara si tienes delante de ti un extraordinario paisaje o un motivo genial. En ese caso lo mejor es que captes en automático las fotos, o mejorándolas hasta el punto que te sea posible, y luego las proceses en tu ordenador para que de verdad luzcan con el color que se merecen.

En ese caso la mejor opción es disparar en RAW la imagen si tu cámara lo permite —todas las réflex y las compactas de alta gama pueden hacerlo—. Disparando en este modo podremos ajustar con un editor el balance de blancos de la foto hasta lograr un resultado creíble. Si tu cámara dispara en Jpeg no te preocupes, también podrás enmendar el resultado, aunque con menos flexibilidad.

Si vas a procesar un archivo RAW de un paisaje nevado usa el software que te ha proporcionado el fabricante o bien prueba con Camera Raw de Photoshop. Los valores que deberás modificar son los de balance de blancos, exposición y contraste. Seguro que te sorprendes. En el caso de los archivos Jpeg puedes usar también Camera Raw o algún editor más sencillo, como nuestro querido Picasa.

Y a todo esto, ¿qué fotografío?

En la nieve suele dar un excelente resultado fotografiar motivos con un color muy vivo que contraste con el blanco. Esta foto y esta otra son buenos ejemplos. Para obtener este tipo de imágenes una vez que has corregido el color y el nivel de luz como antes se ha explicado, debes jugar con la saturación de la imagen y con el contraste, aumentando ambos valores ligeramente en tu cámara —si es que te lo permite— o con el programa de edición que uses.

Una posibilidad que no debes descartar si haces retrato es la de compensar la luz disparando con flash, eso te ayudará a que la persona que aparece en primer plano no salga a oscuras por la fuerte iluminación del fondo. Sin embargo, ten en cuenta que si está nevando en el momento de hacer la foto al disparar el flash aparecerán motas de nieve en la imagen. Aunque igual es eso precisamente lo que quieres.

Pero sobre todo haz fotos, muchas fotos, que al fin y al cabo es lo mejor que puedes hacer para que de entre todas aparezca al menos una genial.

Y una advertencia

Mucho cuidado a la hora de hacer fotos en la nieve. Es importante que la cámara no se moje ni permanezca excesivamente expuesta al frío. Guárdala en la funda mientras no hagas fotos y por nada del mundo la coloques directamente sobre la nieve. Si usas una réflex ten mucho cuidado con cambiar el objetivo a la intemperie; las lentes, el sensor, o el obturador pueden dañarse.

Así que a practicar toca, pero cuidado con el frío y los bolazos de nieve. ¿Tienes fotos en tu blog o en tu cuenta de Flickr que hayas hecho de las nevadas? Nos encantaría verlas.

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El año en imágenes



El pasado 9 de enero de este año que está a punto de terminar me preguntaba en este blog si Barack Obama sería el hombre del año. Hubiese sido curioso en aquel momento ver la imagen que encabeza este artículo. Conviene consultar el increíble especial que dedican al asunto en Time, en el cual se dedica también una recopilación de las 47 mejores fotos del año según esta revista.



REUTERS/John Kolesidis


Sin embargo, a mi juicio las mejor recopilación de fotografías del año realizada en la red es la del periódico estadounidense The Boston Globe en su sección The Big Picture. De entre todas las seleccionadas me quedo con la imagen de arriba, que pertenece al extraordinario reportaje gráfico que publicó este medio sobre la revuelta social que se está produciendo en Grecia.


De alguna forma esa instantánea me recuerda poderosamente a las que realizó Josef Koudelka en su mítico trabajo Invasión sobre la Primavera de Praga.


Recientemente un amigo bastante sagaz para degtectar iconos visuales me decía que la presidencia de Bush se resumía en estos dos vídeos.




En septiembre de 2001, George W. Bush seguía siendo en gran medida un desconocido para su país y para el mundo entero. En este vídeo le encontramos visitando una escuela el 11 de septiembre, nueve meses después de ser investido. La clase está llena de niños negros que recitan la lección, una niña bosteza. En el minuto uno un ayudante se acerca al presidente y le habla al oído, le transmite la noticia del ataque. Pocos segundos después simula consultar un libro, se mantiene tenso tras recibir la información. El mundo que Bush conocía al entrar a ese colegio ha cambiado.




En estos años años George Bush invadió Afganistan dejando escapar a Ben Laden, que sigue enviando amenazas a occidente, y hoy los talibanes siguen controlando la mayor parte del país. Invadió Irak y pidió como trofeo la pistola de Saddam Hussein, que murió ahorcado como si se tratase de un ajusticiamiento medieval. Hoy Irak es un país destrozado política y económicamente. Abrió Guantánamo y su vicepresidente Dick Cheney reconocía recientemente en televisión que se han practicado torturas en esa cárcel y que no se arrepienten de ello. Ni los nazis en Nuremberg tuvieron agallas a decir algo como eso. Hace poco Bush tenía que intervenir en televisión explicando que está a favor del capitalismo después de destrozar la economía del mundo y poco después explicaba que no le guardaba rencor a Muntadar al Zaidi por lanzarle sus zapatos y llamarle perro, pero el periodista iraquí terminó recibiendo una soberana paliza. ¿Se convertirá en el primer presidente de Estados Unidos que terminé en la cárcel? Yo no lo descarto. Los ocho años de Bush en seis vídeos.

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Desalmados



Mi correo electrónico está plagado de fotos como esta que reflejan instantes tristes, innecesarios, con un toque de absurdez que sobrepasa lo tolerable. Casi nunca veo esas imágenes pues ya no tiene sentido seguir recibiéndolas, el motivo que un día hubo para estos envíos hace tiempo que se desvaneció... pero al fin y al cabo no hay una fuerza tan poderosa y persistente como la de la inercia...



Esta gente de la foto vive aquí, en Tasmania. Yo me los encuentro cuando salen del fotograma, hablando por teléfono en la puerta de un restaurante, comprando en un supermercado. Entonces me parecen mucho mejores, aunque ciertamente el peso de todos esos instantes les acompaña.



¿Será cierto que una foto roba el alma?

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Otra vez...


Foto: El Hombre de Tasmania
-Pulsar sobre la imagen para ampliar-

El sendero se bifurcó, elegí el camino que marchaba hacia lo impredecible, siguiendo un instinto, con la máquina preparada, con la mirada lúcida. Me alejaba de todos para acercarme, comprendí, a todo. Sentía una fuerte emoción, la emoción del que siente atraído inexorablemente por un ente desconocido. Mis sentidos estaban embriagados por el aroma del humedal, por los sonidos de las pequeñas bestias que apenas si lograba atisbar de vez en cuando pero que, evidentemente, se encontraban por todas partes, rodeándome, escrutando mis pasos, mis actos. Sin embargo, entendí que ninguno de esos seres era lo que en verdad me estaba aguardando tras esa pequeña alameda.

El breve sendero se despejó y atisbé una construcción canónica al otro lado. Sus líneas tenían la pureza y la honestidad de una bella creación infantil. Todo se resumía en un triángulo equilatero dispuesto sobre un cuadrado, pero esa estructura, de un cristianismo tan primitivo que rozaba lo pagano, albergaba mucha más sabiduría que las sofisticadas plantas de muchas catedrales. Cuando estuve cerca de aquella casa, que luego supe que había sido de uno de los pescadores que habían recorrido aquellas aguas dulces durante siglos, vi que esta se encontraba en la falda de una breve colina cuya cúspide, sin embargo, parecía estar en los confines del mundo.

La colina estaba plagada de toda suerte de flores, flores cuyos colores estaban oscurecidos por la luz tamizada que se originaba al otro lado de la cuesta. Eran tantos los colores de aquel cielo que se diría que la tierra, de un negro casi uniforme, había cedido sus luces al aire. Caminé sabiendo que el encuentro iba a producirse muy pronto.

Finalmente sucedió. La esfera apareció de repente, irradiando suavemente su fuego, imponiéndose sobre sus dominios, pero no tanto como para que no se la pudiese mirar a la cara. Actuaba así como un emperador que acepta, benevolente, en el momento de su marcha ser contemplado durante unos breves instantes. El encuentro, como era de esperar, apenas duro en el tiempo de los hombres, pero ese tiempo, nada importa cuando lo que se contempla es el reloj de la eternidad.

Nada nuevo hay en esta imagen, pero si lo hay, siempre lo hay, en la senda que conduce hasta ella. Este fotograma, desnudo, es una imagen de una belleza deslucida por la multiplicación de los actos humanos, el gran leit motiv de estos tiempos. Sin embargo, la razón de esta imagen se encuentra precisamente en que existe, en que está aqui, y en el camino silencioso que conduce a la recompensa de toparse con ella.
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Otros mundos

Estimados lectores,

El motivo de la presente es recordarles que este humilde corresponsal no sólo narra sus aventuras en los otros mundos con palabras, también lo hace con fotografías. De hecho, aunque mi trabajo más conocido es el de escriba debo confesarles que pese a lo grato que me resulta poner sobre papel toda clase de estructuras gramaticales esta es una actividad que me deja exhausto en ocasiones, algo que no me sucede cuando me dedico a bombardear con fotones cristales de plata.

Es por ello, que tras meditar pacientemente he tomado la decisión de dedicar una partida de mi asignación mensual a contratar durante un año una cuenta profesional en el sitio web Flickr. Esperando que esta medida sea de su agrado les invito a que visiten el primero de los álbumes fotográficos que he creado en ese punto de la red binaria. En él podrán encontrar las que a mi juicio son las 30 mejores fotografías que hasta la fecha he expuesto al público.

Suyo, el Hombre de Tasmania.
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Eadweard Muybridge

Fotos: Nuestro Hombre en Tasmania Pulsar sobre la foto, y esperar, para ver la secuencia.

Creo que fue con ocasión del estreno de la quinta película de Star Wars cuando leí una entrevista con George Lucas. No esperaba ya mucho del viejo Lucas teniendo en cuenta como estaba destrozando la saga y, sin embargo, dijo algo en esa entrevista que me fascinó. Contaba que en ese cine fantástico suyo había algo muy primitivo, una especie de intento por devolver la fascinante atmósfera de ilusionismo que envolvía a las películas de los pioneros del cine, cuando las salas eran una suerte de casetas de feria. Entonces pensé que realmente las únicas películas donde la gente seguía aplaudiendo cuando aparecía el título eran las de saga, aunque sólo fuese por la inercia de lo que sucedía con las de la primera trilogía.

Hace unos meses me regalaron un pequeño cuaderno de esos que al pasar rápidamente sus páginas las fotos impresas en él crean, debido al efecto de la persistencia retiniana, sensación de movimiento. Las fotografías del libro eran de Eadweard Muybridge, creador del zoopraxiscopio (un sistema anterior al cinematógrafo). El otro día, intentando emular a Muybrigde, disparé la secuencia fotográfica que acompaña a este mensaje. Hoy, al subir la foto a Flickr, me he topado, buscando experimentos similares, con una instantánea de un monumento a Muybridge en la sede de Lucasfilm.

Todo está conectado.
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Un sueño

Foto: Deux Ex Machina

Toda fotografía es un sueño y todo sueño, y esto incluye a las pesadillas, suele ser más cierto que la propia realidad referenciada en el sueño, al menos cuando la existencia de uno depende de las teorías secretas de un grupo de neurólogos soviéticos.

Hoy, una máquina disparó esta fotografía. Una máquina en piloto automático disparó hacia la realidad y nos contó que su sueño objetivo, los sueños de las máquinas lo son, era este. En ella aparece vuestro hombre en Tasmania y, si hacemos caso a la imagen del Dios Máquina, mi grado de existencia no está en su mejor momento.

Quizá debería volver a las calles y allí perder todo sueño de un hogar para que el mundo entero sea un hogar. Quizá, y sólo quizá, debería perder el miedo a los solares oscuros en la noche, a los planes Z y debería volver a mandar postales en vez de recibirlas. Quizá debería salir en fotos en vez de hacer tantas.

Maldita sea.
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