el capitalismo quiere esclavos sonrientes, originally uploaded by Anti D.
La cocaina es la gran droga de estos tiempos acelerados, en los que la información y el trabajo se multiplican, en los que ya no existen los festivos en el calendario y la jornada laboral es un concepto en vías de extinción. El letrero de abierto permanentemente cuelga en todo el mundo. Ya no se trabaja de sol a sol, pues ahora siempre hay un sol artificial que ilumina un escritorio o el sitio en el que hay que clavar una pala. Productividad, crecimiento, aceleración económica son las palabras clave de esta última fase del capitalismo.
Sin embargo, más allá del qué, se me ocurren varias preguntas: ¿Quién es el capitalismo? ¿Todos formamos parte de él? ¿Tiene vida propia al margen de todos nosotros o de algunos de nosotros? En sus orígenes más remotos el capitalismo se dice que surge con el sedentarismo y la agricultura, pero otros nos remiten a la Europa de los siglos XV y XVI y a la necesidad, creciente y ansiosa, de manufacturas de lujo que impusieron las cortes europeas. Ahora, en esta fase final del capitalismo, se le niega el pan al hambriento, pero no el teléfono móvil. La prioridad no son ya los pasteles, que decía Maria Antonieta, lo importante es la cobertura del móvil.
Volviendo a la primera de las cinco W, el quién, decir que el capitalismo se construye a partir de ciertas actitudes personales. Estas actitudes, como el espíritu de alerta constante que impone nuestro rol de productores, son mayores o menores en función del individuo, por lo que el capitalismo se construye en función de actitudes personales más o menos constantes que se dan en todos nosotros a lo largo de nuestra existencia. Por tanto, una de las características del capitalismo es que se alimenta de un poco de todos nosotros. De algunos sólo saca unas migajas, de otros saca la mayor parte de lo que somos. El capitalismo es como una bestia que se nutre de nuestra sangre, algunos le damos más alimento, otros menos. Todos somos el capitalismo, pero no todos somos capitalistas por igual.
La ansiedad del pragmático
El actual significado semántico del término pragmatismo es uno de los grandes cimientos del orden mundial vigente. El pragmático, más allá de lo que manifieste, es el gran capitalista de nuestros días, lo sepa o o no. Ahí donde hay un pragmático convencido hay un ansioso. Precisamente, en este mundo lleno de ansiedades e insomnios la gran droga de ahora mismo es la cocaina, la más pragmática de cuantas existen. La cocaina, lejos de permitirnos caminar hacia los rincones más inexplorados de nuestra imaginación (y más ineficaces en el actual plano material), nos ata a una realidad social irreflexiva, en la que la mentalidad productiva sigue en permanente alerta.
La prueba es que la cocaina es la única droga de masas, junto con el café, el tabaco, y algunos estimulantes alimenticios, que se utiliza para trabajar, lo cual la coloca en las antípodas de cualquier actitud de rebeldía. En Bolivia y otras regiones de América la cocaina es lo que permite al proletario mantenerse en pie debido a la carencia de oxígeno, en occidente es la droga que facilita crear una red de contactos sociales tan intensos como frágiles. Estos contactos se logran gracias a prolongar los tiempos de lucidez, y su gran ventaja a efectos materiales es que no se desvanecen con el día.
Es evidente que las instituciones capitalistas, pese a luchar formalmente contra ella, no están tan incomodas con su consumo como lo estaban con el de la heroina. Una droga que sólo era favorable para la actividad creativa, al menos durante el tiempo en el que nuestra salud aguantaba su azote. La cocaina, como la ingesta masiva de proteinas, caerá cuando el capitalismo, ansioso por naturaleza, se desvanezca forzosamente, algo que vendrá impuesto por el agotamiento de los recursos naturales necesarios para saciar su ferocidad.
Esperemos a la gran siesta global pues.
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