Ramón Peco

Periodista y fotógrafo

miércoles, febrero 11, 2009

 

¿Se ha convertido la fotografía digital en una obsesión?

Pintada de Banksy. Vía: flickr.com

Hoy el diario británico The Independent publica un excelente artículo titulado 'Fotografía digital: ¿Se ha convertido en una obsesión?'. Evidentemente está en inglés, pero merece mucho la pena leerlo.

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sábado, enero 10, 2009

 

Polaroid PoGo Instant, fotografías digitales con alma


Ramón Peco
Algo que jamás se cita entre las características de una cámara de fotos es su capacidad para hacernos soñar, para hacernos sentir como niños fascinados ante el misterioso proceso que se produce en el interior de estas cajas a la hora de inmortalizar la luz de un instante. Pocas cámaras han logrado ser tan mágicas como las míticas Polaroid. El jueves se presentó en Las Vegas la Polaroid PoGo Instant, la primera cámara digital de esta empresa capaz de imprimir fotos en papel. La gran pregunta es ¿será tan mágica como sus predecesoras analógicas?

La fotografía digital en terminos objetivos hace un tiempo que superó en calidad a la fotografía analógica, al menos si obviamos lo que sucede en las grandes alturas con las cámaras de gran formato. En ese ámbito los haluros de plata siguen poniendo en aprietos incluso a los sensores más sofisticados. Sin embargo, muchos de los que hemos trabajado con fotografía analógica y digital seguimos pensando que a esta última le sigue faltando algo.

Dicen que una fotografía roba el alma del retratado, y probablemente algo de verdad hay en eso. La prueba está en que cuesta romper la fotografía de alguien, un gesto cargado siempre de agresividad. Sin embargo, hay cámaras que de alguna forma logran fotos impregnadas de sentimiento. Esta es una afirmación cargada de subjetividad, claro, pero seguro que más de uno entenderá a que me refiero. El viñetado de las antiguas cámaras del siglo XIX, que hoy han rescatado las modernas cámaras lomográficas, o los tonos apagados y con un color un tanto fantasmal de las copias en papel de Polaroid son buena prueba de ello. En la fotografía digital es mucho más complicado obtener instantáneas impregnadas de sentimiento.

Cuando disparamos una fotografía en una vieja cámara Polaroid y observábamos como poco a poco la imagen latente aparece en el papel es difícil no emocionarse. El resultado final de la imagen dista mucho de ser una fotografía objetivamente correcta, pero ¿a quien demonios le importa eso?

En este mundo en crisis hace unos meses Polaroid dejaba de fabricar sus cámaras y los carretes para las mismas. Algo que dejaba helados a los fieles, y hasta cierto punto numerosos, seguidores de estas cámaras. En Flickr abundan las fotos disparadas con ellas e incluso existe la red social Polanoid, especializada en estas instantáneas cargadas de melancolía.

Hace pocos meses Polaroid ponía a la venta PoGo, una pequeña impresora que puede utilizarse con cualquier cámara y con numerosos móviles para obtener fotos en papel en un minuto. Sin embargo, esto no colmaba los deseos de los que han esperado desde hace años que apareciera la Polaroid digital que nos permitiese obtener fotos en el acto. El pasado jueves se presentó en Las Vegas esa cámara.

La Polaroid PoGo Instant defraudará de inmediato a los que sólo eligen una cámara leyendo sus especificaciones técnicas. ¡Su sensor es de sólo cinco megapíxeles! Nada hay destacable en esta cámara más allá de la posibilidad de imprimir fotos a un tamaño parecido al de una tarjeta de crédito.

Para ello se vale de cartuchos con un papel térmico especial que permite obtener fotos en un minuto y 'a sangre', sin el típico margen blanco de las viejas polaroids. Utiliza la misma técnica que la citada impresora PoGo. Por otra parte, la calidad de las fotos, que según parece lucen cierto grano, dista de ser perfecta y esto seguramente provocará la ira de más de un desalmado 'analista'. Sin embargo, quizá esta sea una estrategia más inteligente de lo que a priori parece.

El que se haga con esta cámara, que se comercializará en primavera en Estados Unidos a un precio de 200 dólares, más que fotos probablemente buscará obtener recuerdos y la cámara, a falta de probarla claro, tiene toda la pinta de proporcionar instantáneas memorables, y según dicen muy resistentes, que caben en todas las carteras. En Wired cuentan que cada copia impresa tiene un coste de unos 30 centavos de dólar, similar al de las antiguas instantáneas analógicas de la firma.

Si la apuesta triunfa, hay que ver la capacidad a estas alturas de Polaroid para distribuir bien la cámara en todo el mundo, no sería extraño que algún fabricante de telefonía quiera incorporar algo similar en algún terminal. Algo que podría ser revolucionario en el terreno de la fotografía popular.

Por otra parte, el hecho de que la cámara sea digital obviamente permite que podamos sacar copias a un tamaño algo mayor en casa o en cualquier laboratorio fotográfico y distribuirlas en internet. Las posibilidades de esta cámara, por tanto, son muchas para el gran público. Ahora sólo falta que Polaroid vuelva a ilusionar al mundo con este juguete que tiene toda la pinta de ser maravilloso.

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miércoles, abril 16, 2008

 

Fotografiar digitalmente un mundo analógico

Actualmente me encuentro realizando un curso sobre la cámara de banco óptico, también conocida como cámara de gran formato. Para los profanos explicar que estos aparatos no son otra cosa que la evolución de aquellas cámaras que se utilizaban en el siglo XIX, antes de que Leica, ya en el siglo XX, optase por la película de 24x36 mm en sus productos (el carrete de toda la vida). A alguno le puede parecer sorprendente que estos trastos sigan existiendo, pero lo cierto es que ningún dispositivo digital ha logrado superar sus posibilidades a la hora de jugar con los rayos de luz.

La cámara de gran formato utiliza negativos de un tamaño enorme, pueden llegar a ser de 18x24 cm, lo que le confiere una capacidad sin parangón en cuanto a definición de imagen. Una de esas placas puede lograr una calidad unas cien veces mayor que un negativo estándar, pero lo más impresionante de estas cámaras es que trabajan sin una sola pila y sin estar conectadas a la corriente eléctrica. Son sistemas completamente mecánicos, nada es automático en ellas, y sólo pueden hacer una fotografía cada vez que se cargan. Todas estas limitaciones, que en verdad son ventajas, llevan al fotógrafo a los orígenes de la técnica fotográfica. Como anécdota cabe decir que para ver a través del visor de estas cámaras puede ser necesario cubrirse con la famosa tela negra.

El dominio de la luz
Estas cámaras no se utilizan hoy por una mera cuestión de fetichismo nostálgico. Determinadas aplicaciones de fotografía de alto nivel, en las que la imagen digital sigue quedándose corta en cuanto a calidad, precisan de estas máquinas. Tal es el caso de la fotografía publicitaria de gran formato, que se utiliza para ilustrar vallas. También se usa la cámara de banco óptico con placas en aplicaciones científicas, en las que la calidad es crítica. Un ejemplo es la fotografía astronómica de precisión. Por otra parte, cuando uno utiliza una cámara de banco óptico siente que está enfrentándose cara a cara con las leyes que rigen la luz.

El dominio de las propiedades de la óptica llega hasta tal punto con estas cámaras que es posible, por ejemplo, fotografiar un espejo de frente sin que ni la cámara ni el fotógrafo salgan reflejados. Esto se consigue sin realizar ningún truco en el laboratorio. La hazaña se logra, aunque pueda parecer increíble, en el momento en el que se dispara la foto. La clave está en que estas cámaras permiten correcciones increíbles de la perspectiva. Lo que las convierte también en un buen aliado del ingeniero y del arquitecto, pues con ellas se pueden obtener negativos cuyas líneas muestran las construcciones tal cual fueron proyectadas en el tablero de dibujo, sin la distorsión subjetiva del ojo humano.

A propósito, existen sistemas para sustituir la película en estas cámaras por un sensor digital de alta definición, son los llamados respaldos digitales (los más populares son los de Phase One). Sin embargo, aunque estos dan una calidad de imagen increíble, mucho más alta que lo conseguido por cualquier cámara reflex digital, siguen sin estar a la altura de lo que logra una placa química de gran tamaño. La fotografía digital sin lugar a dudas es un fenómeno magnífico que ha permitido una gran evolución del acto fotográfico. Sin embargo, es imposible comprender que es exactamente la fotografía usando sólo sistemas electrónicos. Para ello hay que acercarse en la medida de lo posible al instrumental con el que Nicéphore Niépce captó la primera foto que ha llegado hasta nosotros: Las vistas de su casa de campo en Le Gras (Francia).

Aquella foto fue realizada con un instrumental en esencia idéntico al de la cámara de gran formato. A saber: Una cámara oscura en cuyo interior se encuentra una placa emulsionada con sales de plata. Hoy son muchos los que logran fotografías de una gran calidad conociendo sólo los procedimientos informáticos y con ciertas nociones de óptica. Pero esto no es exactamente fotografía, esto es más bien informática aplicada a la imagen digital. ¿El resultado de esta forma de trabajar? Que la fotografía queda anclada, en todos los sentidos, al lenguaje digital y la imagen pierde vida, o esta se ve desvirtuada. Para comprobarlo busquen a un fotógrafo que trabaje, o haya trabajado, en analógico y que también lo haga en digital. A continuación comparen sus trabajos realizados en soportes electrónicos con el de aquellos que nunca han trabajado en analógico. No digo más.

La técnica HDR
El negativo digital que ilustra a este artículo ha sido disparado con una Nikon D70, una cámara DSLR, réflex digital de una lente, de buena calidad. Con ella se ha obtenido el archivo en formato RAW, al cual se le ha aplicado la técnica HDR, Alto Rango Dinámico, con tres niveles de exposición; realizando posteriormente un ligero ajuste del histograma de la imagen con Photoshop en modo de 16 bits. De esta forma, se obtiene la imagen final. Cualquier experto sabe que el histograma que acompaña a la foto definitiva de este artículo corresponde a una imagen con un rango dinámico que no está nada mal. Sin embargo, a muchos que realizan este proceso, el HDR, pueden quedarse mudos si les preguntas que es exactamente lo que han hecho desde el punto de vista estrictamente fotográfico. Esta es la explicación fotográfica, también informática, de la citada operación:
Se han realizado tres copias de un mismo negativo digital, aunque podrían ser tres fotos distintas realizadas con trípode. Entre cada una de ellas hay una variación de la obturación de dos números f, pero no del diafragma. Esto último se debe a que la profundidad de campo no debe variar, pues cambiaría la zona enfocada y las imágenes han de ser idénticas en ese sentido. En este caso, por utilizarse tres variantes de una misma fotografía y no tres fotografías con distintas exposiciones, se ha realizado el cambio exposición con Camara Raw de Photoshop, el cual permite procesar las imágenes en bruto de la misma forma que lo hace el software interno de la cámara al convertir a formato JPEG. De esta forma se obtienen tres imágenes con una exposición distinta. A partir de esas tres imágenes hemos calculado la latitud de exposición óptima (lo que en fotografía digital se llama rango dinámico), que no es otra cosa que la capacidad de la película, o del sensor de la cámara, para captar correctamente la variedad cromática y luminosa del espectro de radiaciones visibles. Este proceso Photoshop lo realiza automáticamente con la función HDR. En fotografía clásica habría que hacer ciertos cálculos manualmente en función de los negativos obtenidos. De esta forma obtenemos una imagen final cuya gama tonal es bastante buena. Finalmente, afinamos la exposición mediante la herramienta niveles a partir del histograma de la imagen, que no es otra cosa que un parámetro objetivo para medir electrónicamente la latitud de exposición de la imagen. Esa última corrección la hacemos convirtiendo la imagen definitiva de 32 bits, en la que es imposible visualizar el histograma, a 16 bits. Lo de los 32 y 16 bits se refiere a la cantidad de información de la que dispone cada píxel. Cuanta mayor sea la información contenida mayor es el margen que tenemos para manipular la imagen. Un buen negativo digital de 16 bits nos permite manipular fluidamente una imagen sin destruir información en las sombras más oscuras, sin que se conviertan en una mancha negra, ni en las luces más luminosas, sin que se conviertan en una mancha blanca. Así, una imagen de 8 bits, lo típico que disparan las cámaras compactas digitales, no tiene información suficiente para ser manipulada con garantías.

Posiblemente esta explicación deje a más de uno frío, pero lo que con ella deseo demostrar es que para hacer fotos digitales técnicamente correctas debemos saber la técnica fotográfica con la que estamos trabajando. La cámara de fotos digital debemos verla antes que nada como una cámara, no como un dispositivo digital. Por su parte, la aplicación informática que utilicemos hemos de verla como un laboratorio fotográfico electrónico, no como un mero programa. Como antes decía la fotografía digital no es una rama de la informática, es una técnica fotográfica en la que nos servimos de la informática. Un consejo para finalizar: Hazte una cámara estenopeica con una caja de zapatos y realiza unas cuantas fotos, e incluso si es posible revélalas con tus propios medios (es muy fácil y apenas necesita equipo para hacer eso). Estudia el resultado obtenido, te será muy útil de cara a mirar con otros ojos a su cámara digital.
La vida, digan lo que digan, es analógica. Ten esto es cuenta a la hora de hacer sus fotos digitales.

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