Carlos Weider.
El paganismo tiene un nombre: Carlos Weider. Son doce letras que articulan la belleza insoportable de la locura, la que invocamos cuando la noche está oscura de nombres. Todos los ojos pueden ser los ojos de Carlos Weider, pero no todas las miradas. Cuando Weider mira a través de unos ojos nos atemoriza, y seduce, el encontrarnos con una de nuestras miradas, la mirada de cuando añoramos los mares, las montañas y los cielos primigéneos.
Cuando Carlos Weider se acerca a un niño este huye de él como de las sombras de una escalera, cuando Carlos Weider se encuentra con un loco ambos se rechazan, como un perro y un lobo que comprenden que son el mismo ser.
Las manos de Carlos Weider son frías, inteligentes y sorprendentemente generosas pues Carlos Weider es generoso. Su generosidad es la de un salvaje enfermo, que hiere pero no ingiere. No es sólo una bestia Carlos Weider, es una mala bestia pues precisa del asesinato sin necesidad y nunca cesan sus ansias de poesía.
Al igual que tras la muerte de Napoleón toda Francia se llenó de emperadores son muchos los falsos Carlos Weider que pueblan el mundo. Simulan a Weider con palabras sobre la sangre pero a Weider nunca le ha importado nunca la carne. La carroña que él devora ni se mide ni se pesa.
Carlos Weider tiene dos nombres y el segundo es pura espesura, innombrable.
Lunes 7, de agosto de 2006.
Cuando Carlos Weider se acerca a un niño este huye de él como de las sombras de una escalera, cuando Carlos Weider se encuentra con un loco ambos se rechazan, como un perro y un lobo que comprenden que son el mismo ser.
Las manos de Carlos Weider son frías, inteligentes y sorprendentemente generosas pues Carlos Weider es generoso. Su generosidad es la de un salvaje enfermo, que hiere pero no ingiere. No es sólo una bestia Carlos Weider, es una mala bestia pues precisa del asesinato sin necesidad y nunca cesan sus ansias de poesía.
Al igual que tras la muerte de Napoleón toda Francia se llenó de emperadores son muchos los falsos Carlos Weider que pueblan el mundo. Simulan a Weider con palabras sobre la sangre pero a Weider nunca le ha importado nunca la carne. La carroña que él devora ni se mide ni se pesa.
Carlos Weider tiene dos nombres y el segundo es pura espesura, innombrable.
Lunes 7, de agosto de 2006.