Ilustración (thanks): Cabezaperro
Algo clave para cualquiera es "tener crédito". Recuerdo el caso de un tipo que hace no muchos años se dedicaba a atracar bancos. Su técnica era ser presentárse ante los empleados de las sucursales vestido de militar, así era como conseguía "tener crédito" y llevarse hasta los muebles. La necesidad de tener un poco de dignidad ante los demás lleva a que sea muy importante disponer de crédito ¡que enfados provoca que a uno no le den el crédito que dice merecer!
Si nos remitimos a Maquiavelo el crédito no nos lo dan nuestras acciones si no la apariencia de que somos potencialmente capaces de hacer algo en un determinado momento; da igual que luego lo hagamos o no. Quizá muchos de vosotros hayáis teorizado sobre el porqué es importante para un banco que tengamos o no un contrato indefinido cuando en verdad podemos ser despedidos en cualquier momento por poco dinero. Mi idea es que al banco en verdad le importa un comino si vamos o no a mantener nuestro trabajo, lo que le importa es que seamos dignos de crédito.
El banco se rige por parámetros como el de la duración de un contrato laboral porque esa es una vara de medir con la que se se puede clasificar socialmente a un individuo. Con ese parámetro una empresa puede decir "confiamos en este tipo", aunque eso no quiera decir "confiamos plenamente en este tipo". La confianza, incluso cuando se ha ganado medianamente, debe de ser renovada día a día; con la dosis de control social que esto conlleva. El banco nos concede crédito porque somos medianamente dignos de confianza y poco importa si nos quedamos sin trabajo. Lo importante, por lo que se nos da crédito, es porque el banco piensa que vamos a pagar.
Este parámetro laboral tiene equivalentes en muchos aspectos de la realidad social. Por ejemplo, las agencias de publicidad pagan más dinero por insertar anuncios en aquellos programas que más audiencia tienen. Sin embargo, es un hecho que los audímetros tienen un margen de error enorme e incluso nadie ha demostrado que la publicidad televisiva sea afectiva. Da igual todo eso, lo importante es que exista una vara de medir. Si lo que medimos con esa vara es exacto o no poco importa. Lo importante es el instrumento, que el elemento de medición burocrática exista; incluso puede llegar a ser contraproducente que sea eficaz. Esto último explicaría que pese a que hoy haya grandes volúmenes de información que son públicos la economía se rija por la calidad de la información que somos capaces de manejar. Para manejar información necesitamos que alguien nos “la filtre”, o bien nosotros mismos tengamos la capacidad y las herramientas para hacer tal cosa. De hecho, filtrar información es la nueva cara de la corrupción.
La burocracia como fin en sí misma
Hay que tener en cuanta que realmente la burocracia es un fin en sí misma, es una industria más dentro del engranaje del capitalismo. Eso es lo que ha llevado a que ciertos países, como la España actual, estén en una situación peligrosa. Su economía está controlada por intermediarios que se imponen entre el productor y el consumidor, por burócratas capitalistas. ¿Cómo si no es posible que el paisaje urbano esté hoy salpicado por inmobiliarias? Desde los tomates hasta la vivienda, todo está sometido a una cadena de parásitos que alteran el valor de las manufacturas.
La burguesía más sólida, la que lleva a sus pupilos a pertenecer a las clases dominantes, es aquella que pone un pie en el sector público para después poner el otro en el sector privado. Ya se lo dijo en tiempos Aznar a un grupo de universitarios chinos en una de sus famosas conferencias: "ganaos la vida primero y dedicaos después a la política, es lo que yo he hecho".
Te quiero ¿me crees?
También es necesario el crédito en las relaciones sociales ¿De que sirve casarse si dos personas conviven sin necesidad de pasar por el trámite burocrático del matrimonio? Esta es una pregunta que seguro os suena. Hace décadas la condena social que implicaba una separación de dos personas casadas era enorme en países católicos como España. Hoy, la tendencia es que esto sea cada vez más algo circunstancial, el matrimonio apenas si rebasa para las nuevas generaciones el grado de lo simbólico. Es por ello que el estado, interesado siempre en que haya varas de medir, debe promocionarlo a través de exenciones fiscales y de otras golosinas económicas.
Sin embargo, aunque mucha gente hoy se salta ciertos ritos iniciáticos de paso, un fenómeno estudiado por Arnold Van Gennep y Vladimir Propp, las instituciones capitalistas aún dan crédito a las instituciones sociales clásicas. Por eso es casi imprescindible el sueldo de dos de cara a que a uno le concedan la hipoteca de rigor, de lo contrario habrá que recurrir a otras estratagemas que nos den crédito ante la institución correspondiente. ¿Divorcio a la vista entre instituciones y sociedad? Está por ver que eso ocurra. En España la iglesia está enfrascada en una lucha para que tal cosa no ocurra. Para llegar a ese divorcio en este matrimonio en vías de fracasar la sociedad debe aprender a “institucionalizar” sus relaciones sin que sea necesaria la burocratización de las relaciones.
Las varas de medir dan una gran importancia al parecer frente al ser pero en estos tiempos de incertidumbre esto puede estar convirtiéndose en un valor a la baja. Hay demasiados mensajes sobrecargados de seducción sin ningún hecho cierto detrás de ellos y esto... se va notando. Ante la simulación, ante el sucedáneo, cada vez cobra más importancia lo auténtico, el original ¿Naufragaremos navegando por el océano de las apariencias?
Ese naufragio, de suceder, vendría dado por chocar contra el icerberg de una crisis económica. En toda crisis, y esto es poco discutible, el salvavidas son los productos de demanda rígida, los productos de primera necesidad. Eso pone las cosas muy difíciles a una economía, como la española, que ha mandado a muchos trabajadores a ganarse el pan produciendo lujo. Hasta tal punto ha llegado la cosa que incluso se ha redefinido el concepto de lujo y muchos artículos que antes eran primera necesidad, como la vivienda o el vino de la comida, han pasado a ser lujo.
Hace unos meses estuve como periodista en un acto en el que se reunieron empresarios, profesores universitarios y algún político de talla media. Aquel día falló la organización y a un grupo de periodistas nos dejaron pasar a la sala donde discurría el acto antes de tiempo. Recuerdo que aquel día en vez de palabras vacías las palabras estaban llenas, y eso quiere decir que se dieron algunas porciones de información no contaminada por la propaganda, la que llega en la opinión pública. Así fue como delante de mí se dibujo un panorama sombrío de una España con serios problemas a medio plazo por haberse olvidado de la economía real. ¿Será que los parámetros que dan crédito social y económico van a cambiar?
Termino con una cita a un loco que cita para tener crédito.
P. ¿Por qué cita constantemente?
R. Para ser escuchado y creído. Y no desoído sistemáticamente, como siempre.
Entrevista a Leopoldo María Panero en Babelia, 27 de octubre de 2001.