Tengo un amigo que de tan presumido que es juraría haberle visto arreglarse el pelo en el reflejo de un plato de sopa. Me he acordado de esto porque acabo de ver a un experto en algo diciendo en la televisión que no es que no se lea, lo que pasa es que la gente en vez de leer un libro lee en internet. Claro, si yo me leo mientras estoy en el servicio todas las etiquetas de desodorante y dentífrico que puedo, no paro de leer folletos de hipermercado, y devoro todos los prospectos de medicamentos que se me ponen por delante. Eso sin contar la de sms que me chupo todos los días. Vamos, que soy un lector compulsivo.
Diaporama del reportaje fotográfico de Manuel Ruíz Toribio, fotógrafo de la Agencia EFE, en el río Amazonas. Fue estrenado en el espacio libre de CNT Ciudad Real.
Se recomienda atención y activar el sonido para su visionado. No se recomienda la vista en pantalla completa debido a la pobre calidad de imagen de Youtube.
Esto es posible porque todos los periodistas o aquellos que publican un blog pueden solicitar una contraseña de acceso a los editores, que a la vez es una llave para que los artículos que se enlacen puedan ser consultados por los lectores.
Actualmente me encuentro realizando un curso sobre la cámara de banco óptico, también conocida como cámara de gran formato. Para los profanos explicar que estos aparatos no son otra cosa que la evolución de aquellas cámaras que se utilizaban en el siglo XIX, antes de que Leica, ya en el siglo XX, optase por la película de 24x36 mm en sus productos (el carrete de toda la vida). A alguno le puede parecer sorprendente que estos trastos sigan existiendo, pero lo cierto es que ningún dispositivo digital ha logrado superar sus posibilidades a la hora de jugar con los rayos de luz.
La cámara de gran formato utiliza negativos de un tamaño enorme, pueden llegar a ser de 18x24 cm, lo que le confiere una capacidad sin parangón en cuanto a definición de imagen. Una de esas placas puede lograr una calidad unas cien veces mayor que un negativo estándar, pero lo más impresionante de estas cámaras es que trabajan sin una sola pila y sin estar conectadas a la corriente eléctrica. Son sistemas completamente mecánicos, nada es automático en ellas, y sólo pueden hacer una fotografía cada vez que se cargan. Todas estas limitaciones, que en verdad son ventajas, llevan al fotógrafo a los orígenes de la técnica fotográfica. Como anécdota cabe decir que para ver a través del visor de estas cámaras puede ser necesario cubrirse con la famosa tela negra.
El dominio de la luz Estas cámaras no se utilizan hoy por una mera cuestión de fetichismo nostálgico. Determinadas aplicaciones de fotografía de alto nivel, en las que la imagen digital sigue quedándose corta en cuanto a calidad, precisan de estas máquinas. Tal es el caso de la fotografía publicitaria de gran formato, que se utiliza para ilustrar vallas. También se usa la cámara de banco óptico con placas en aplicaciones científicas, en las que la calidad es crítica. Un ejemplo es la fotografía astronómica de precisión. Por otra parte, cuando uno utiliza una cámara de banco óptico siente que está enfrentándose cara a cara con las leyes que rigen la luz.
El dominio de las propiedades de la óptica llega hasta tal punto con estas cámaras que es posible, por ejemplo, fotografiar un espejo de frente sin que ni la cámara ni el fotógrafo salgan reflejados. Esto se consigue sin realizar ningún truco en el laboratorio. La hazaña se logra, aunque pueda parecer increíble, en el momento en el que se dispara la foto. La clave está en que estas cámaras permiten correcciones increíbles de la perspectiva. Lo que las convierte también en un buen aliado del ingeniero y del arquitecto, pues con ellas se pueden obtener negativos cuyas líneas muestran las construcciones tal cual fueron proyectadas en el tablero de dibujo, sin la distorsión subjetiva del ojo humano.
A propósito, existen sistemas para sustituir la película en estas cámaras por un sensor digital de alta definición, son los llamados respaldos digitales (los más populares son los de Phase One). Sin embargo, aunque estos dan una calidad de imagen increíble, mucho más alta que lo conseguido por cualquier cámara reflex digital, siguen sin estar a la altura de lo que logra una placa química de gran tamaño. La fotografía digital sin lugar a dudas es un fenómeno magnífico que ha permitido una gran evolución del acto fotográfico. Sin embargo, es imposible comprender que es exactamente la fotografía usando sólo sistemas electrónicos. Para ello hay que acercarse en la medida de lo posible al instrumental con el que Nicéphore Niépce captó la primera foto que ha llegado hasta nosotros: Las vistas de su casa de campo en Le Gras (Francia).
Aquella foto fue realizada con un instrumental en esencia idéntico al de la cámara de gran formato. A saber: Una cámara oscura en cuyo interior se encuentra una placa emulsionada con sales de plata. Hoy son muchos los que logran fotografías de una gran calidad conociendo sólo los procedimientos informáticos y con ciertas nociones de óptica. Pero esto no es exactamente fotografía, esto es más bien informática aplicada a la imagen digital. ¿El resultado de esta forma de trabajar? Que la fotografía queda anclada, en todos los sentidos, al lenguaje digital y la imagen pierde vida, o esta se ve desvirtuada. Para comprobarlo busquen a un fotógrafo que trabaje, o haya trabajado, en analógico y que también lo haga en digital. A continuación comparen sus trabajos realizados en soportes electrónicos con el de aquellos que nunca han trabajado en analógico. No digo más.
La técnica HDR El negativo digital que ilustra a este artículo ha sido disparado con una Nikon D70, una cámara DSLR, réflex digital de una lente, de buena calidad. Con ella se ha obtenido el archivo en formato RAW, al cual se le ha aplicado la técnica HDR, Alto Rango Dinámico, con tres niveles de exposición; realizando posteriormente un ligero ajuste del histograma de la imagen con Photoshop en modo de 16 bits. De esta forma, se obtiene la imagen final. Cualquier experto sabe que el histograma que acompaña a la foto definitiva de este artículo corresponde a una imagen con un rango dinámico que no está nada mal. Sin embargo, a muchos que realizan este proceso, el HDR, pueden quedarse mudos si les preguntas que es exactamente lo que han hecho desde el punto de vista estrictamente fotográfico. Esta es la explicación fotográfica, también informática, de la citada operación:
Se han realizado tres copias de un mismo negativo digital, aunque podrían ser tres fotos distintas realizadas con trípode. Entre cada una de ellas hay una variación de la obturación de dos números f, pero no del diafragma. Esto último se debe a que la profundidad de campo no debe variar, pues cambiaría la zona enfocada y las imágenes han de ser idénticas en ese sentido. En este caso, por utilizarse tres variantes de una misma fotografía y no tres fotografías con distintas exposiciones, se ha realizado el cambio exposición con Camara Raw de Photoshop, el cual permite procesar las imágenes en bruto de la misma forma que lo hace el software interno de la cámara al convertir a formato JPEG. De esta forma se obtienen tres imágenes con una exposición distinta. A partir de esas tres imágenes hemos calculado la latitud de exposición óptima (lo que en fotografía digital se llama rango dinámico), que no es otra cosa que la capacidad de la película, o del sensor de la cámara, para captar correctamente la variedad cromática y luminosa del espectro de radiaciones visibles. Este proceso Photoshop lo realiza automáticamente con la función HDR. En fotografía clásica habría que hacer ciertos cálculos manualmente en función de los negativos obtenidos. De esta forma obtenemos una imagen final cuya gama tonal es bastante buena. Finalmente, afinamos la exposición mediante la herramienta niveles a partir del histograma de la imagen, que no es otra cosa que un parámetro objetivo para medir electrónicamente la latitud de exposición de la imagen. Esa última corrección la hacemos convirtiendo la imagen definitiva de 32 bits, en la que es imposible visualizar el histograma, a 16 bits. Lo de los 32 y 16 bits se refiere a la cantidad de información de la que dispone cada píxel. Cuanta mayor sea la información contenida mayor es el margen que tenemos para manipular la imagen. Un buen negativo digital de 16 bits nos permite manipular fluidamente una imagen sin destruir información en las sombras más oscuras, sin que se conviertan en una mancha negra, ni en las luces más luminosas, sin que se conviertan en una mancha blanca. Así, una imagen de 8 bits, lo típico que disparan las cámaras compactas digitales, no tiene información suficiente para ser manipulada con garantías.
Posiblemente esta explicación deje a más de uno frío, pero lo que con ella deseo demostrar es que para hacer fotos digitales técnicamente correctas debemos saber la técnica fotográfica con la que estamos trabajando. La cámara de fotos digital debemos verla antes que nada como una cámara, no como un dispositivo digital. Por su parte, la aplicación informática que utilicemos hemos de verla como un laboratorio fotográfico electrónico, no como un mero programa. Como antes decía la fotografía digital no es una rama de la informática, es una técnica fotográfica en la que nos servimos de la informática. Un consejo para finalizar: Hazte una cámara estenopeica con una caja de zapatos y realiza unas cuantas fotos, e incluso si es posible revélalas con tus propios medios (es muy fácil y apenas necesita equipo para hacer eso). Estudia el resultado obtenido, te será muy útil de cara a mirar con otros ojos a su cámara digital.
La vida, digan lo que digan, es analógica. Ten esto es cuenta a la hora de hacer sus fotos digitales.
En 1973, cuando el que esto escribe llegaba al mundo, Led Zeppelin ponían en la calle House of the Holy, un LP de una calidad sobresaliente. Siempre que los escucho me impresiona la increíble fuerza de la banda. La contundencia de su sonido en gran parte se debe a la magistral producción de la época, algo extraño en estos tiempos en los que la cantidad se impone a la potencia.
Sin embargo, la rotundidad de Led Zeppelin no se debe a una mera coyuntura técnica. Sus arrolladores decibelios analógicos no serían nada sin el increíble espíritu de Plant, Page y compañía en los escenarios. Inmigrant song, una de las canciones con más nervio de la historia del rock, está dedicada a Leif Eriksson, hijo de Erik el rojo y jefe de la expedición vikinga que llegó a las costas de Terranova en torno al año 1.000.
Con esta canción la música de Led Zeppelin comenzó a ser conocida con la etiqueta de Hammer of the Gods, el martillo de los dioses, pues la letra hace referencia explícita a las conquistas nórdicas y a su misteriosa religión: To fight the horde, singing and crying / Valhalla, I am coming! Pues eso, a disfrutar de los truenos del Mjolnir.