Periodista y fotógrafo

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La hora de la historia


Koudelka, Watch, originally uploaded by sofiacruz.

Esta instantánea de Joseph Koudelka, fotógrafo del que recientemente he conocido su célebre reportaje de la ocupación soviética de Praga, me parece la metáfora perfecta para ilustrar la densidad de acontecimientos históricos de estos días.

La crisis económica y energética internacional, que de momento sólo se deja notar en su verdadera magnitud en occidente entre inmigrantes, obreros, y muchas mujeres, puede ayudarnos a crear un mundo mejor si llega a ser lo suficientemente importante para despertar del sopor a las clases medias.

Las guerras del petróleo se expanden por nuevos escenarios. Los hechos de Georgia son una buena prueba de ello, pues el nuevo imperio ruso es hoy un imperio petrolífero que necesita controlar el mar Negro, la vía por la que llega el siempre maldito petróleo al Mediterráneo. No ayuda la actitud de la temerosa Europa de hoy, con su apoyo incondicional a la agónica administración de Bush, que enciende los ánimos con la OTAN desplegando sus barcos de guerra en la zona y manipulando al gobierno georgiano. ¿De quién fue la idea de que ejército de Georgia hiciese un despliegue de sus tropas en Osetia del Sur antes de la intervención rusa? Siniestra pregunta esta que el otro día el inefable Putin respondió en una entrevista. Quizá el diablo tenga algo de razón.

El contrapeso a esta crisis económica, a la inacabable crisis del petróleo, y a la creciente destrucción ecológica del planeta tiene un nombre: Barack Obama. La sobrecarga de información de estos tiempos no nos deja ver lo que es verdaderamente histórico, al menos en su vertiente más clara. Es cierto que de Obama se ha dicho ya mil y una veces que su llegada a este punto de la política estadounidense y mundial es histórico, pero también se dice cada fin de semana que hay un partido de fútbol historíco.

Sin embargo, la nominación a la presidencia de Barack Obama es histórica en el sentido más preciso del término. Muchos de los que están fascinados con su figura, por ejemplo los socialistas españoles, me atrevo a decir que no entienden la gran revolución que el candidato supone. Evidentemente, Obama apoya la economía de mercado, apoya en cierta medida el sistema político que rige en su país, y apoya muchas cosas que no son del gusto de la izquierda europea. Sin embargo, el político de Hawai cuenta con algo que la izquierda del viejo continente ha perdido: la creencia de que cambiar el mundo es posible, más allá de la estética. Por eso esta es su hora.

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Fotógrafos sin estudio

No descubro América al decir que la fotografía vive hoy uno de sus mejores momentos. Esto se debe, en gran medida, a la irrupción de la tecnología digital, la cual ha permitido, de una vez por todas, que abunden los buenos fotógrafos amateur, algo que en ocasiones molesta al profesional.

El amateur, de lo que sea, en su sentido original es aquel que ama una determinada actividad y la practica. Sin embargo, muchos utilizan el término de forma casi despectiva. No hay que infravalorar al que desarrolla un trabajo sin pretender vivir de él, sobre todo porque muchos profesionales, quizá por serlo, no impregnan de amor a su obra, por muy bien que dominen la técnica. De hecho, lo peor que puede hacer el profesional es despreciar al amateur, acomplejarlo. Con ello, lo único que logra es despreciar a la propia fotografía. Poner zancadillas en nombre de la perfección es una actitud de lo más conservador.

En los comienzos de la fotografía no existían profesionales porque sencillamente no había una técnica única a seguir, eran tiempos de una apasionante libertad. El primer libro de fotografía, el Manual de Daguerre, era simplemente una guía de referencia. Hoy, cuando los procesos digitales y analógicos están bastante dominados, el fotógrafo que vive de sus fotos se basa en el dominio de los mismos, como el jurista en la ley, para imponer su criterio frente al amateur, el eterno discriminado.

Sin embargo, el amateur es el gran protagonista de la actual historia de la fotografía. Principalmente, porque la calidad técnica de los procesos digitales, y su popularización, ha permitido que las instantáneas de los que no están en la trinchera del profesionalismo sean en muchos casos técnicamente notables. Pero donde verdaderamente triunfa el fotógrafo amateur es en la vitalidad que logra impregnar en sus imágenes, esa es una carrera que está ganando inesperadamente.

El amateur es libre, no está condicionado por los caprichos del mercado, y los procedimientos técnicos a los que puede acceder, sin ser la más precisos, son idóneos para plasmar la vida en sus fotos. Ciertamente, el oficio del profesional es algo sumamente valioso, pues el gremio de fotógrafos es un gremio de alquimistas de la luz que nunca debe ser olvidado.

Muchos fotógrafos amateur, notablemente dispuestos a arriesgar, infravaloran el trabajo de aquellos que pueblan los estudios de fotografía de todo el mundo, cada vez más escasos por otra parte. En muchos de esos estudios se han forjado durante los dos últimos siglos la memoria visual de nuestros días. Por todo ello, ambos mundos deben luchar por entenderse, por cohabitar, por dialogar. La opción de eclipsarse mutuamente no es una verdadera opción.

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¿El hombre del año?


Barack Obama on the Primary, originally uploaded by jurvetson.

Cualquiera que haya estudiado un poco de historia sabe que los siglos no comienzan el primer año del calendario. Por ejemplo, se dice que el siglo XX comenzó el 28 de junio de 1914 y que terminó el once de septiembre de 2001. Pero quizá esto último no sea cierto, quizá todavía estemos a tiempo para que el siglo XX termine el cuatro de noviembre de 2008.

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El nuevo héroe de la clase obrera -revisado-


Working class hero, originally uploaded by desdetasmania.

Leo estos días "Historia de España" de Pierre Vilar, un ensayo inteligente y exento de rencor, y, por extrapolación, me doy cuenta de la importancia que tiene en la España de hoy, en su explicación histórica, esa idea torpe de que la clase obrera ya no existe. La falta de conciencia de clase es uno de los grandes problemas de esta sociedad que se dice democrática sin hacer apenas nada por serlo. Son legión los que perdidos en el laberinto de la anomia buscan compulsivamente un camino en toda suerte de intereses vacíos. La clase obrera existe, sí, otra cosa es que los que pertenezcan a ella no tengan conciencia de tal cosa.

De hecho, el obrero que tiene conciencia de clase es más que nunca el héroe de nuestros días. Cuando veo a los obreros de Delphi y a los obreros del metal en Vigo prender fuegos, cortar carreteras, pienso que son los únicos que ejercen hoy de verdaderos demócratas en este país de supuestos desclasados y, sin embargo, no deberíamos caer en la trampa de pensar que esos obreros son los únicos obreros que quedan.

Muchos de los votos que llenarán las urnas el domingo tendrán como objetivo saciar intereses o frenar intereses. El voto de hoy es un voto desilusionado, emitido con frecuencia por gentes desilusionadas, cansadas, que no tiene fuerzas ni ánimo para reparar en la magnitud de los muros de Ceuta y de Melilla; para reparar en los obreros muertos de camino a nuestro país; para reparar en que los obreros del sur que finalmente acaban en España no tienen derechos laborales ni derecho al voto, como en su día no lo tenían ni las mujeres ni los que no disponían de una cierta renta; para reparar, en definitiva, en que momento del devenir histórico viven.

Ese voto del domingo, que en su mayoría ira a los partidos de este nuevo turnismo en el que vivimos o a los nacionalismos caciquiles, es un voto de muy poca calidad democrática. España no necesita a los obreros de otros países sólo porque necesita mano de obra, España necesita de los votos de toda esa gente. España necesita a la clase obrera, a sus nuevos héroes, los únicos con energía para cambiar las cosas.

Cuando el PSOE logro por primera vez que un obrero se sentara en las cortes, Pablo Iglesias, al llegar este al hemiciclo la curiosidad que despertó fue enorme, algunos parlamentarios le trataron incluso como a una suerte de mono de feria y... ya ven. Voten pues sin miedo, voten a los monos de feria si es que en ellos ven soluciones, hagan oídos sordos a quien les diga que voto es útil y que voto no lo es, sobre todo porque en un pueblo, en una capital de provincias o en una región un voto puede ser mucho.
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Otra vez...


Foto: El Hombre de Tasmania
-Pulsar sobre la imagen para ampliar-

El sendero se bifurcó, elegí el camino que marchaba hacia lo impredecible, siguiendo un instinto, con la máquina preparada, con la mirada lúcida. Me alejaba de todos para acercarme, comprendí, a todo. Sentía una fuerte emoción, la emoción del que siente atraído inexorablemente por un ente desconocido. Mis sentidos estaban embriagados por el aroma del humedal, por los sonidos de las pequeñas bestias que apenas si lograba atisbar de vez en cuando pero que, evidentemente, se encontraban por todas partes, rodeándome, escrutando mis pasos, mis actos. Sin embargo, entendí que ninguno de esos seres era lo que en verdad me estaba aguardando tras esa pequeña alameda.

El breve sendero se despejó y atisbé una construcción canónica al otro lado. Sus líneas tenían la pureza y la honestidad de una bella creación infantil. Todo se resumía en un triángulo equilatero dispuesto sobre un cuadrado, pero esa estructura, de un cristianismo tan primitivo que rozaba lo pagano, albergaba mucha más sabiduría que las sofisticadas plantas de muchas catedrales. Cuando estuve cerca de aquella casa, que luego supe que había sido de uno de los pescadores que habían recorrido aquellas aguas dulces durante siglos, vi que esta se encontraba en la falda de una breve colina cuya cúspide, sin embargo, parecía estar en los confines del mundo.

La colina estaba plagada de toda suerte de flores, flores cuyos colores estaban oscurecidos por la luz tamizada que se originaba al otro lado de la cuesta. Eran tantos los colores de aquel cielo que se diría que la tierra, de un negro casi uniforme, había cedido sus luces al aire. Caminé sabiendo que el encuentro iba a producirse muy pronto.

Finalmente sucedió. La esfera apareció de repente, irradiando suavemente su fuego, imponiéndose sobre sus dominios, pero no tanto como para que no se la pudiese mirar a la cara. Actuaba así como un emperador que acepta, benevolente, en el momento de su marcha ser contemplado durante unos breves instantes. El encuentro, como era de esperar, apenas duro en el tiempo de los hombres, pero ese tiempo, nada importa cuando lo que se contempla es el reloj de la eternidad.

Nada nuevo hay en esta imagen, pero si lo hay, siempre lo hay, en la senda que conduce hasta ella. Este fotograma, desnudo, es una imagen de una belleza deslucida por la multiplicación de los actos humanos, el gran leit motiv de estos tiempos. Sin embargo, la razón de esta imagen se encuentra precisamente en que existe, en que está aqui, y en el camino silencioso que conduce a la recompensa de toparse con ella.
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