Periodista y fotógrafo

El tranvía de Zapatero


Zapatero en Menorca, originally uploaded by xtm.

Tanto y tanto hablar de Zapatero ha provocado que hayamos terminado pasando por alto algo vital en el personaje: Zapatero es un tipo la mar de extraño. Como prueba de ello cabe citar que después de todo el pollo que se montó con la ETA De Juana Chaos ha vuelto a la cárcel como si nada hubiese pasado. Hoy, cinco de agosto, ninguna de las ediciones digitales de los grandes periódicos se hacen eco de la noticia en sus portadas, ¡toma del frasco, carrasco!

Zapatero, que se encogió de hombros al finalizar la tregua, de repente parece que lo que realmente le importa es lo bien que hace las cosas el alcalde de Parla: "si hay una ciudad en España ejemplo de cambio y de hacer las cosas bien, ésa es Parla", declaraba el descorbatado Presidente en su visita oficial a este pueblo que, como si se tratase de un falansterio, ya tiene playa y tranvía. Total, que Zapatero parece haber adoptado la táctica de Negrín, el que dijo en plena guerra aquello de "No pasa nada y si pasa da lo mismo".

Recientemente he comenzado a leer "El arte de la guerra". Los cinco factores fundamentales de la contienda son para Sun Tzu: la influencia moral, el clima, el terreno, el mando, y la doctrina. El último factor se refiere a la moral del Gobierno; especialmente a la del gobernador. Si el soberano reina de manera justa, con benevolencia, y correctamente, sigue el camino correcto, y así contrae un nivel superior de influencia moral.

Es en esa superioridad doctrinal, aunque suene un poco loco, donde este hombre extraño, peculiar, que es Zapatero apoya su poder. Aznar, su negativo político, se apoyaba en el cuarto factor, el mando, y cuando lo perdió cayó completamente en desgracia.

España es un país en el que, pese a que abundan los pesimistas, son legión los que no desean terminar sus días en el fuego negro del desengaño. Al fin y al cabo a casi nadie le queda bien el traje de aguafiestas. Estando así las cosas no es fácil renunciar a Zapatero, un personaje extraño para la política de masas y que roza la temeridad en su optimismo.

Zapatero creé en lo que dice e intenta que lo que dice incluso sea bueno para la mayoría, algo muy raro en las esferas de la real politik. Dicen que a Blair, que se volvió completamente loco, le pasaba lo mismo. Pero la locura del inglés, cuya mirada hoy proyecta una sombra parecida a la de Aznar, no está aderezada con la pátina de optimismo de ZP. Esa ingenuidad del "bobo solemne", que muchos ven como su talón de Aquiles, resulta ser, contra toda pronóstico, su mejor arma en la guerra política.

La derecha se ofusca con Zapatero porque no lo entiende, no lo puede entender. El otro día un amigo, buen conocedor de la derecha sociológica del país, me decía que precisamente la derecha lo que ha perdido es el humor. Hubo una época en la que la derecha estaba poblada por chiflados con los que incluso te podías partir de risa en un rato de despiste. El último gran loco de la derecha ha sido Aznar. Muchos teníamos la gran esperanza que su locura acabase provocando carcajadas, pero hasta en eso ha decepcionado el pequeño Napoleón. Es por esa falta de humor por la que el PP no puede plantar cara al Zapatero alegre de los 2.500 euros por crío. Génova se ha convertido en un club de pesimistas malhumorados.

Así pues, con esa inocencia algo chiflada, con esa doctrina extrañamente superior, Zapatero venció en las primarias a ese pesimista campechano y un poco mafioso que es José Bono. Con esa superioridad doctrinal Zapatero gano las elecciones municipales a Aznar poniéndose frente a las pancartas de Nunca Mais y del No a la Guerra ante la sorpresa de González, que lleva años sin entender nada de lo que hace el de León. La misma superioridad doctrinal de la que hizo gala del 11 al 14 de marzo con su particular "Yo acuso".

La gran baza de Zapatero es que constantemente se le infravalora, se le cree derrotado, pero su doctrina en el último momento se acaba demostrando fuerte. Al fin y al cabo Zapatero, pese a sus silencios de tímido, también es un hombre de acción al que no le duelen prendas por tirar en ocasiones piedras contra su tejado; algo que alivia al españolito medio, tan harto de personajes infalibles. El "bobo solemne" sabe que a la mayoría de la gente le gusta el optimismo, incluso aunque este conlleve incurrir en torpezas, y por eso piensa, con razón, que en el último momento se volverá a creer en él.

Así, en 2008 habrá elecciones y Zapatero volverá a ser Presidente después de que el PP gane las elecciones para nada. Están completamente solos en ese nefasto malhumor del que sólo parece salvarse la chiquita de los grandes ojos, Sáenz de Santamaría, y, como no, ese alcalde melómano y megalómano que es Gallardón.

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Rouget de Lisle


Delacroix, originally uploaded by Green Gorilla.

Stefan Zweig es el autor de uno de los libros de historia más memorables de cuantos he leído: "Momentos estelares de la humanidad". Tras este título rimbombante se oculta una apasionante narración de doce miniaturas históricas, que es como denomina el propio Zweig a los hechos recogidos en este libro. Estos van desde la toma de Bizancio hasta el descubrimiento del Océano Pacífico, pasando por la rocambolesca gestación de La Marsellesa.

Precisamente, la historia de como nace este himno me impactó especialmente. La Marsellesa fue compuesta en 1792 por Rouget de Lisle, un joven capitán de ingenieros del ejército francés. Se utilizó como canción patriótica por las tropas francesas cuando estas se disponían a luchar, una vez más, contra el ejército Alemán. De hecho su título original es Chant de guerre pour l'armée du Rhin (Canto de guerra para el ejército del Rhin). En aquel momento, aunque ya se había instaurado la Asamblea Nacional, Luis XVI seguía reinando con el temor, completamente fundado, de ser depuesto en cualquier momento.

Volviendo al soldado Rouget lo cierto es que este terminó horrorizado por el cariz que acabó teniendo su composición. Pese a que esta se convirtió en uno de los himnos revolucionarios por excelencia su autor no la escribió con ese ánimo. De hecho, el joven Rouget dio su beneplácito para que fuese utilizada en el campo de batalla sólo por ganarse el favor de un alto funcionario.

Aquella canción, sin embargo, fue el primer gran emblema de la libertad. Una libertad que luchaba por abrirse paso en toda una nación, en todo un continente, en el mundo. Esa noche genial para la historia en la que nuestro hombre concibió La Marsellesa sin embargo fue una noche horrorosa para él. Con los años, al ver como el famoso estribillo allons, enfants de la patrie, le jour de est arrivé! inundaba la febril Francia de la época, tan alejada de lo que Rouget esperaba de la Revolución, el compositor se fue amargando cada vez más al ver que nadie le recordaba a él ni se reconocía el carácter original de la canción. Este hombre insignificante incluso sufrió en tiempos de Robespierre pena de cárcel por contrarrevolucionario, una acusación bastante gratuita y común en la época, y de milagro no terminó bajo guillotina.

En 1830, estando Rouget completamente perdido en el olvido, el rey burgués Luis Felipe le otorgó una pensión como autor del himno nacional. Sólo mucho después se exhumaron sus restos mortales para ser enterrado en los Inválidos, junto a Napoleón Bonaparte, al que años antes había escrito unas cartas en las que se jactaba de estar en su contra. Tener a semejante vecino de tumba probablemente hubiese, cuanto menos, sembrado la confusión en Rouget. En los baches biográficos de este hombre casi puede verse lo que ha terminado pasando tantas y tantas veces con la libertad: que alguien la secuestra para terminar aplastándola en su propio nombre.

¡Que sorprendido se mostraría Rouget si se viese enterrado junto a los tiranos que instrumentalizaron su noche más genial!

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Estado del mapa psicogeográfico

El mapa psicogeográfico cuenta ya con seis colaboradores. Cuatro de ellos ya han ubicado en él fotografías de Arkansas (Estados unidos), Ciudad Real (España), Frankfurt (Alemania), Islas Canarias (España), Paris (Francia), y Nueva York (Estados unidos).

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Psicogeografía


Los cimientos de la Facultad de Geografía e Historia se erigen sobre uno de los frentes en Madrid de la Guerra Civil. Las largas horas que pase como estudiante en los pasillos de esta Facultad me permitieron sentir la paradoja de estudiar unos hechos históricos en en un punto del espacio en el que algunos de ellos habían transcurrido. No podía serme indiferente ese hecho.

Un sábado por la mañana acudí a la Facultad para ver unas notas estando el edificio casi desierto. El entorno, rodeado de un pequeño bosque, estaba casi completamente en silencio. Mientras esperaba el autobús comencé a sentirme abrumado por el lugar, de alguna forma aquel silencio se me antojó ensordecedor. Fue ese día en el que comencé a interesarme por algo de lo que aún no conocía su denominación: La psicogeografía.


En el mapa puede observarse el teatro de operaciones del frente noroeste de Ciudad Universitaria en la Guerra Civil y la ubicación actual de la Facultad de Geografía e Historia.
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