Periodista y fotógrafo

La época de agobio es digna de respeto

Cuentan que Edward Munch sólo logro vivir una suerte de cotidianeidad en su depresiva vida cuando estalló la segunda guerra mundial. Sólo cuando los nazis invadieron Noruega el hombre que plasmó la angustia de la existencia en El Grito logró una cierta paz, el desasosiego colectivo que arrasaba Europa le hizo sentirse integrado en aquel mundo en llamas.

Al margen de la patología que Munch arrastrase es seguro que no hizo por combatirla empapando de amor sus épocas de agobio y por ello la vida entera, a excepción del mencionado periodo, se le hizo insoportable. En el prefacio de "El Retorno de los brujos" habla Louis Pawels, uno de los dos autores que firman la obra, de su padre:

Mi padre poseía una treintena de libros alineados en el es­trecho armario de su taller. Junto con las bobinas, los jaboncillos, las hombreras y los patrones había tam­bién, en aquel armario, millares de notas escritas con caracteres menudos y aplicados, sobre un ángulo del tablero, durante las incontables noches de labor. Entre aquellos libros, había yo leído Le Monde avant la Création de l'Homme, de Flammarion, y estaba enton­ces descubriendo ou va le Monde?, de Walter Rathenau. Y fue esta obra de Rathenau la que me puse a encua­dernar, no sin trabajo. Rathenau fue la primera víctima de los nazis, y estábamos en 1936. Cada sábado, en el pequeño taller del curso complementario, hacía mi tra­bajo manual por amor a mi padre y al mundo obrero. Y el día primero de mayo, hice ofrenda del Rathenau encuadernado, al que acompañé con una brizna de mu­guete. Mi padre había subrayado con lápiz rojo, en este li­bro, un largo párrafo que he conservado siempre en la memoria:

Incluso la época del agobio es digna de respeto, pues es obra, no del hombre, sino de la humanidad y, por lo tanto, de la naturaleza creadora, que puede ser dura, pero jamás absurda. Si es dura la época en que vi­vimos, tanto más debemos amarla, empaparla de nues­tro amor, hasta que logremos desplazar las pesadas ma­sas de materia que ocultan la luz que brilla al otro lado.

Yo también memoricé aquellas palabras en cierta época de agobio hace años y a mi también me ayudaron a desplazar las pesadas masas de materia. En todo el tiempo que medio entre las penumbras y la luz descubrí que ni la luz desaparece nunca por completo ni la oscuridad es capaz de sepultarlo todo. Que la luz brille o que las tinieblas permanezcan es una cuestión de percepción. Al fin y al cabo el Sol sale todos los días, nos demos o no cuenta.
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Dos submarinistas encuentran un rebeco nadando a dos millas de la costa (Fuente: El Mundo)

Foto: Wikimedia Commons (GNU Free Documentation License)

MADRID.- "No sé cómo explicártelo", decía por teléfono Miguel al llamar a la Coordinadora para el Estudio y Protección de Especies Marinas (CEPESMA). No era para menos. Lo que se acaba de encontrar mientras buceaba con su hermano a unas dos millas de la costa de Cudillero era ni más ni menos que el rey de las cumbres: un rebeco. Entre ambos lograron rescatarlo y llevarlo a tierra firme sano y salvo.

El peculiar suceso se produjo el pasado viernes, cuando los hermanos Juan y Miguel Ángel Álvarez Fernández, ambos vecinos de la localidad de Grado (Asturias), estaban practicando pesca submarina. Al subir a la superficie después de la inmersión, localizaron el animal.

"Vimos algo nadando entre las olas, pero no lográbamos reconocer qué animal era", señalaron los dos al concluir su peculiar aventura. Al acercarse, vieron perplejos unos pequeños cuernos, y luego unos ojos grandes y hermosos. Fue entonces cuando se dieron cuenta de que habían encontrado nadando unas dos millas al norte de la playa un animal nada marino, sino más bien lo contrario.

Entre los dos lograron subir al animal a su lancha y desde allí llamaron al CEPESMA, en cuyas instalaciones Cristina apenas daba crédito a la llamada. Posteriormente, trasladaron al rebeco hasta el puerto de San Juan de la Arena y desde allí el CEPESMA le recogió para llevarle al Centro de Recuperación de esta organización en la localidad de Luarca.

Ya en el Centro, los veterinarios pudieron constatar que el rebeco no tenía anomalías reseñables, y lo único que tuvieron que hacer fue proceder a su rehidratación, a la espera de que el animal no sufra ninguna secuela por el estrés de tan extraña aventura marina.

Por el momento, los técnicos de CEPESMA no han conseguido explicar cómo llegó el rebeco hasta alta mar, aunque hay algún precedente en la costa asturiana de localizaciones de ejemplares de jabalíes o corzos nadando en mar abierto.

El rebeco es una especie que vive habitualmente en las cumbres de las montañas. Suele medir entre 100 y 75 centímetros de altura, y pesa unos 20 kilos. En Asturias, los rebecos son muy frecuentes en las cumbres más altas de la cordillera cantábrica, tanto en la zona suroccidental de la región como en la zona central y en los Picos de Europa. La presencia de estos animales se suele dar en altitudes superiores a los 1.000 metros, y casi nunca viven al nivel del mar.

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Galaxias haciéndoselo


Foto: NASA, ESA, and the Hubble Heritage Team (STScI/AURA)-ESA/Hubble Collaboration

Esta fotografía tomada por el telescopio Hubble, recomiendo pulsar sobre la imagen para ampliarla, corresponde a un suceso que pasó hace nada más y nada menos que 68 millones de años, que es la distancia en años luz a las que las galaxias Antennae se encuentran de nuestro planeta.

Esta furiosa y magnífica cópula ha dado como resultado un "polvo de estrellas" del cual han salido millones de nuevos soles. Este apasionado encuentro comenzó hace 500 millones de años, que es casi tanto como una eternidad en el amor, y los astrónomos dicen que sirve como previsión de lo que sucederá a nuestra galaxia, la Vía Láctea, cuando se funda con nuestra vecina ándrómeda, de la que nos separan dos millones y medio de años luz.
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